Plagiando el diluvio universal.

En la tradición judeo-cristiana, La Biblia cuenta como Noé construyó un arca en la que salvó a su familia y a una pareja de animales de cada especie, del diluvio que Dios enviaba para acabar con los hombres.

Mucha gente dar por rigurosamente cierta, no solo esta historia, sino todas las que aparecen el la Biblia. No vamos a valorar la cuestionable veracidad de los relatos bíblicos, simplemente pondremos en duda su originalidad.

En Mesopotamia, que en griego significa “tierra entre ríos” (el Eufrates y el Tigris), y cuyo territorio se corresponde casi exactamente con el Iraq actual. Hace unos 5.000 años, un pueblo, el sumerio, desarrolló la pri­mera civilización que conocemos.

Aquí se levan­taron los primeros centros urbanos (las primeras au­ténticas “ciuda­des”) de la historia del hombre, donde las orgullosas torres-templo (los zigurats) se erguían contra el cielo, provocando en los ciu­dadanos una mez­cla de reverencia y orgullo.

Según un mito sumerio, en una época muy lejana, “cuan­do los dioses habitaban en la ciudad de Shuru-pak”, decidieron exterminar a la Humanidad, ahogándola en una inmensa inundación.
Pero una dio­sa reveló la intención de sus compañeros a un hombre, Utnapishtim, y le ordenó construir un gran barco y embarcar en él “a todas las especies vivientes”.

Una vez construido éste y cumplida la orden de la diosa, entró en el barco y cerró la puerta; “con el primer resplandor del día una nube negra se elevó por encima del horizonte” y se desencadenó la más terrible tempestad. Los diques de los canales se rompieron, los ríos se desbordaron y hasta los dioses se asustaron.

Du­rante seis días y seis noches la tempestad barrió la Tierra; el séptimo día se calmaron los elementos meteorológicos. La barca quedó anclada en el monte Nisir (identificado con un pico de los mon­tes Zagros). Utnapishtim soltó una paloma, que volvió; luego una golondrina, que también regre­só, y, por último, un cuervo, que encontró dónde posarse y ya no volvió. Entonces salieron todos de la barca y ofrecieron sacrificios a los dioses.

¿En qué otra parte sino en el País de Sumer, pantanoso y sujeto a inundaciones catastróficas frecuentes, podía haber nacido un mito semejan­te?

La peste negra

En el año 1348 una misteriosa enfermedad se aba­tió sobre Europa. Como si de un azote bíblico se tratara, penetró en todos los estados y los cubrió con un manto de muerte. Desbarató familias, arrui­nó ciudades y campos, asoló regiones enteras y se llevó a la tumba a casi la tercera parte de la pobla­ción.
Se trataba de la Peste Negra.

Ahora bien, ¿qué sabían de la peste los hombres me­dievales? ¿Cómo se ori­ginaba? Demasiados interrogantes para una época en la que el desarrollo de la ciencia era aún tan escaso que no sólo se desconocían los principios más ele­mentales del contagio y de la transmisión de enfer­medades, sino que incluso se ignoraba la importan­cia de la higiene en esta materia.
Los pocos hospitales que existían, casi todos de­pendientes de órdenes religiosas, ni siquiera dispo­nían de personal y de medios adecuados, aunque se estaba realizando un verdadero esfuerzo por paliar es­tas deficiencias. Por otra parte, pocos tratados de me­dicina eran fiables. Casi todos ellos recomendaban las mismas técnicas, desarrolladas por los antiguos grie­gos, dando por completo la espalda a los profundos conocimientos de medicina de musulmanes y judíos, auténticos depositarios y continuadores del saber he­lenístico y oriental.

Desde un principio, y en un momento en el que el hambre, la miseria y las guerras se enseñoreaban de toda Europa, el poco valor que llegó a adquirir la vida hizo que un sector considerable de la sociedad se in­clinara por explicaciones de tipo religioso.

Las gentes pensaron que el motivo de sus desgracias se debía a una terrible decisión divina que utilizaba la peste como castigo contra las iniquidades de los hombres.
La cólera de Dios, presente en la Historia desde los primeros escritos bíblicos, caería sobre una sociedad co­rrupta que, deliberadamente, se había apartado del Creador eligiendo el camino del pecado.
El pánico colectivo que se adueñó de la gente, la sensación de impotencia frente a una enfermedad que se consideraba incurable, así como el interés de la Igle­sia por atraer a unos fieles descarriados, explica que las primeras medidas aconsejadas, y seguidas en to­dos los países, consistieran en hacer «procesiones y limosnas en honor de Dios».

Las poblaciones, que observaban aterradas cómo sus vecinos iban cayendo un día tras otro y cómo los remedios de su medicina tradicional no daban ningún resultado, acudían presurosas a la calle sacando las reliquias de las iglesias, dirigiendo la vista al cielo y organizando largas ceremonias que se acompañan de todo tipo de rituales.

Otros sectores, sin embargo, entendieron que la causa de la epidemia radicaba en la influencia de los astros y la achacaban a la conjunción de determina­dos planetas —Júpiter, Marte y Saturno—, o bien al efecto pernicioso de los eclipses. El desconcierto ini­cial dio lugar también a otras curiosas interpretacio­nes, como por ejemplo la de asociar la enfermedad con extranjeros o viajeros que recoman la región.

Más interesante aún que las causas externas de la enfermedad —origen divino, conjunción de planetas, extranjeros, judíos...— son las explicaciones que ofre­cía la rudimentaria medicina de la época.
Así, en una crónica de la ciudad de Mallorca podemos leer la si­guiente afirmación: «Las enfermedades que ahora hay vienen y proceden de la superabundancia de sangre, como los dichos médicos dicen y de eso tienen ex­periencia.»
Semejante diagnóstico, uno de los más generalizados durante la Edad Media, seguramente pudo estar motivado por la observación directa de los apestados, que en el último período de la enferme­dad padecían hemorragias bajo la piel por todo el cuerpo.La extracción de esta «sangre mala» se convirtió en una de las principales obsesiones del hombre medie­val.

Los efectos de las sangrías eran inmediatos: los en­fermos febriles lograban cierta calma y entraban en un estado de adormecimiento, lo cual, según los mé­dicos, constituía un claro síntoma de mejoría.
Sin embargo, la pérdi­da de sangre provocaba una debilidad mucho mayor del paciente, que quedaba sin defensas y acababa mu­riendo irremisiblemente.

¿Qué es la bilocación?

La bilocación es la presencia simultánea de una misma persona en dos lugares diferentes. También conocido como el “don de la ubicuidad”, a veces se confunde con el llamado “viaje astral”. Si bien, el “viaje” es una interpretación de lo que se cree son experiencias fuera del propio cuerpo, alcanzadas mediante meditación profunda o el uso de psicotrópicos, la bilocación se caracteriza por la presencia física de dos cuerpos de la misma persona.

La iglesia católica, no solo acepta la existencia de este fenómeno, si no que hace uso de él como prueba de sus creencias. Resulta curioso que se utilice un fenómeno no demostrable como confirmación de la veracidad de creencias igualmente no demostrables.

Santo Tomás de Aquino enseña que la presencia de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en diferentes lugares simultáneamente. Pero esta verdad científica, que lo es precisamente por que se sustenta en pruebas fácilmente comprobables, es ignorada. Y se argumenta, la existencia de la bilocación, diciendo que puede ocurrir que mientras un cuerpo está en un lugar en otro lugar esté una representación o figura aparente del mismo.

En resumen, que realmente no es el mismo cuerpo en dos sitios a la vez, sino un cuerpo y su doble.








Y por supuesto, esta representación puede darse "sobrenatural" (por intervención divina) o "preternatural" (por intervención diabólica). Solo Dios o el Diablo serian capaces de conseguir la proeza.

Resulta muy revelador, que en la actualidad, no existan informes ni noticias de casos de bilocación. Quizás se por que ante la noticia de un caso, esperaríamos la prueba física que la corroborase, una foto o una grabación con el teléfono móvil, por ejemplo.

Medium, brujas y pirados en la Red.

La red de redes es muy grande y a veces cuando "surfeas" por ella caes en foros curiosos. Hoy les hablare de un foro de esos de cosas esotéricas, no daremos el nombre para evitar que los familiares de las personas que allí postean, pasen por la humillación publica, si algún conocido les reconoce.

El foro no tiene nada extraordinario, es sencillo, bien organizado e incluso agradable de navegar.
Pero esconde personajes de los más curioso, el que no es medium es visitado por espíritus, o extraterrestres.

Un ejemplo, una de las moderadoras del foro relata esto:

Anoche, tras escribir este mensaje, me fui a dormir. Vino un niño pequeño de unos 6 años. Se paró delante mio sin hablar y se dio la vuelta y señalaba un punto indefinido más allá del armario... Fue muy extraño, porque no vi absolutamente nada hacia donde él señalaba y, aunque no me daba malas vibras, me di cuenta de que sus ojos eran demasiado negros para ser normal. No me gustó ese detalle. Miré a mi guía que estaba a mi lado y le pregunté. No me respondió, pero se fue hacia el niño y vi cómo se lo llevaba. Supongo que otro burlón de paso.


¡Rayos, centellas y agujeros negros! No sé que es más sorprendente, que esta chica sueñe con el personaje de la película "El grito", o que tenga un familiar.
¡ No !, no me refiero a un tío o una prima, que de esos familiares tenemos todos, si no a un espíritu guía, como los que tienen las brujas en las historias de miedo.





Lo de burlón de paso imagino que se refería a un espíritu, y no a mí, aunque en mi caso, acertó en lo de estar de paso.

A parte de la valoración psiquiátrica de este relato, y dejando de lado el posible consumo de drogas, este es un claro ejemplo de como le gusta llamar la atención a la gente.

El tema no deja de sorprenderme, no por ser excepcional, si no todo lo contrario. Hay cantidad de gente que no tiene ningún pudor en afirmar ser brujas, medium, o lo que sea, y al mismo tiempo declararse no solo cristianas, sino católicas practicantes.

Es como ser negro (de raza negra) y pertenecer al Ku Kux Klan.
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