Comentarios sobre un artículo, de Benjamin Radford
Los fantasmas son un gran negocio. Para ser entidades intangibles se “encuentran” en todas partes. Están en libros, en el cine, en la televisión y han pasado a ser uno de los grandes focos de atención mediática, fomentada interesadamente, por creadores de mitos que se lucran con la credulidad de la gente.
Tanto fantasma y ente paranormal, ha hecho que el fenómeno de la investigación paranormal se extienda, y no es raro encontrar grupos de cazafantasmas aficionados. Estos ghostbaster “de pacotilla” se equipan con lo último en tecnología, por lo que cabría esperar que utilizaran dichos equipos con cierto rigor científico.Pero es una mera ilusión, el método más utilizado para detectar fantasmas sigue siendo el espiritismo y la dichosa tabla ouija. No se puede negar, que poder hablar con el fenómeno a investigar tiene sus ventajas, ¡Lo que habría dado Alexander Fleming por poder hablar con la penicilina!
Pero centrémonos en los “cachivaches” (gadgets) científicos , que utilizan estos investigadores. Lo primero que debemos aclarar es que usar un instrumento científico no convierte a nadie en científico, de igual manera que si usas una calculadora no te conviertes en un matemático. Usted puede disponer del termómetro más sofisticado del mundo, pero si lo está utilizando como barómetro, las medidas que tomen no tienen ningún valor.
Entre el sofisticado equipamiento encontramos, contadores geiger, detectores del campo electromagnético (EMF), termómetros y cámaras fotográficas infrarrojas.
Benjamin Radford, pregunta al vendedor de uno de estos kits, por el uso del detector de EMF, para localizar la presencia de fantasmas. El mercader, responde que las fluctuaciones en los campos magnéticos, pueden indicar la presencia de un espíritu. Como producen los fantasmas estas fluctuaciones es un misterio, y además hay muchos otros motivos por los que aparecen cambios erráticos en los campos magnéticos (tendidos eléctricos, corrientes de agua, electrodomésticos, etc), concluye que un detector de EMF no puede identificar, inequívocamente, la presencia de un fantasma.
Desde siempre, y sin saber la razón, se han asociado los cambios bruscos de temperatura con la presencia de fantasmas, y para detectar esto cambios, los investigadores usan los termómetros y cámaras infrarrojas. Aunque dichas mediciones no tienen ningún sentido, si no se realizan de manera periódica, y a lo largo de un amplio espacio temporal. Como tampoco lo tienen las conclusiones que se tomen, si no se tienen en cuenta la termodinámica y la mecánica de fluidos.
Lo mismo se puede aplicar al resto de equipos de medición, como por ejemplo el contador geiger, cuya utilidad se nos escapa, salvo que el fantasmas trabajase en su vida terrenal en Chernóbil.
En resumen, y para concluir: El equipo es tan científico como la persona que lo usa.
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